El hogar familiar es en verdad un auténtico taller de humanización, de modelación humana con un valor del más alto nivel para el conjunto social.

Tener y ser “casa”, en definitiva, saber “hacer hogar”, significa, entre otras cosas, aceptar la realidad propia y ajena en todo su esplendor. 

Juan Fernando Sellés, Blanca Castilla y Pilar Fernández Beites propusieron en nuestro seminario su teoría de la persona. He aquí un resumen.

Tenemos que ser optimistas frente a las posibilidades que el Estado y una política bien llevada tienen a la hora de canalizar los conflictos. 

Una existencia bajo la verdad no dirige igual que una existencia en la que la búsqueda de la verdad ha dejado de ser un factor relevante 

La muerte es un amor que habla con el silencio. Es el silencio del pensamiento. El amor, por su parte, es una melodía, hija del mar y la muerte.

La psiquiatría es una rama de la medicina que, en cierto modo, toca lo más humano: lo inmaterial. Incluso lo espiritual, diría yo.

¿No deberíamos nosotros continuar esa tradición occidental inaugurada por Sócrates y que el iberoamericano Octavio Paz vivió con plenitud?

Considero la retracción de Octavio Paz al marxismo como uno de los casos de honestidad intelectual en habla hispana más notables del siglo XX.

La mística de la modernidad es la revolución. El revolucionario reúne en sí los atributos del filósofo, el estratega y el arquitecto social.

La filiación es un canto a la belleza de nuestro ser porque ahí no está el yo sólo, sino la persona compartiendo en relación su propio ser.

Hemos de atemperar la tendencia a subrayar el pesimismo antropológico kantiano. Para Kant, estamos, pese a todo, hechos para el bien.

He viajado, limosneando; recorrí todo el país para pensar cómo unificar y reactivar la capacidad autogestiva de los pueblos originarios.

La filosofía no viene en defensa de “mí mismo”, más bien, sale en defensa del otro, especialmente del desprotegido y herido que tengo en frente.

Unamuno y Chesterton consideraron que los problemas modernos también están abiertos a la contemplación paradójica que no resuelve y solo observa.

Fuera de una polaridad, no hay manera de identidad posible. Sólo en la aceptación de lo diferente el hombre se encuentra a sí mismo.

La estructura extática de la persona y el martirio indican un sentido del logos como servicio. El servicio del mártir es el servicio del logos.

Ser un hombre universal allá donde las fuerzas de la autoafirmación tienden a la desfiguración, tal es el precepto en tiempos de crisis.

El martirio es un nihil maius del pensamiento realizado en la acción, el máximo logos posible y, a la vez, trascendente a todo pensamiento.

Poner a la familia en el centro de las reflexiones acerca de la naturaleza humana conlleva el intento decidido de salvar la ciudad.