La verdad no ha dejado todavía, y confiamos que no deje de ser la primordial responsabilidad de la Universidad y de todos los que, de uno u otro modo, la habitamos y nos sentimos filialmente vinculados a ella.
Esta confianza aparentemente ingenua frente a las poderosas y tiránicas políticas educativas que promueven cualquier otro criterio, siempre cuantificable, sobre ella, no es ingenua ni poco. El ansia de verdad yace inscrita en el corazón humano y aunque su búsqueda sea una tarea infinita, inacabable, la valía de lograr verdad sobre sí mismo, sobre el mundo, sobre Dios, sobre los otros, nos mueve, en algún sentido, siempre a su dirección: “algunos quieren engañar, pero nadie nunca quiere ser engañado. También aman la verdad porque no quieren que nadie les engañe” decía San Agustín en el profundo “Libro X” de sus Confesiones.[1] Nadie se goza auténticamente en el engaño.
Pese a ello, hay unos tiempos más convulsos y confusos que impiden una cultura donde la búsqueda de la verdad sea asunto crucial. Los nuestros son ciertamente tiempos de ese talante. Los muchos medios actuales de comunicación y de información paradójicamente no cumplen su razón de ser, sino que favorecen la proliferación de prejuicios intolerantes, opiniones infundadas y, muchas veces, lastimosamente falsas. Impera la tiranía de las falsas nuevas. Nada más contrario a la promoción de una cultura de búsqueda de la verdad y la libertad. No es tampoco para sorprender. Aunque la verdad sea un gozo, es uno difícil. La dificultad consiste en allanar camino considerando las más diversas comprensiones y respuestas a las preguntas que importan, mirar cuidadosamente algo de verdad en medio del río de confusión que parecen ser los medios de comunicación dominantes.
Este diagnóstico, sin embargo, no nos hunde en un pesimismo escéptico y pusilánime, sino que, por el contrario, nos ofrece un tipo de claridad. Reconocemos en el juicio sobre el estado de nuestra cultura una creencia con una peculiar belleza, esa que nos dicta que hay como posibilidad ideal una cultura más humana y auténtica.[2]Significa esto que podemos examinarnos y vislumbrar la posibilidad de estimular y andar en dirección de una sociedad anclada en una constante búsqueda.
Pero ¿cómo hacer para contribuir efectivamente a esa urgente renovación? Por lo pronto, y desde la trinchera de la Universidad, podemos ofrecer pensamiento. No necesariamente el más novedoso, pero sí, el estímulo constante y paciente del pensamiento. Deseamos que este espacio de discusión humanística contribuya a llevar también las ideas a la esfera pública, deseamos sacarlo de los papers ultra-especializados e ininteligibles de las revistas, y exponerlo con sencillez y claridad. Pues si bien la entraña de la Universidad bebe vitalidad de la búsqueda constante que toma forma en el trabajo silencioso y muchas veces solitario de investigación, que se concretiza luego en libros, clases, conferencias y papers, el necesario viraje a la virtualidad que ha tenido que dar la Universidad y la Academia en general durante el último año, nos ha presentado la urgencia de que los espacios públicos virtuales de internet y las redes sociales sean inundados por ideas, y no sólo por ideas que entretenga y enajenen, sino sobre todo por ideas que provoquen a pensar.
Por eso, con la esperanza de abonar a ello, presentamos Inspiratio. Blog Académico de Humanidades un espacio de difusión del pensamiento libre que en empeño divulgativo, busca ser una mesa de conversación abierta para difundir y dialogar ideas sobre la persona, el mundo y la sociedad.
Queremos que Inspiratio sea eminentemente dialógico y con ello proponer un punto de partida en el empeño por la verdad. Y es que consideramos que ese punto de partida viene dado en y por la manera en que el ser humano se sitúa en la relación con otros. Creemos, pues, que no es posible una reflexión humanística seria sin apelar al fenómeno de la comunicación, bajo cuyo influjo podemos caer en la cuenta de cuánto debe nuestro pensamiento a otros que o bien han pensado antes de nosotros o bien están pensando ahora mismo con nosotros.
Tania Guadalupe Yáñez Flores
Juan Pablo Martínez Martínez
Mayo 2021
Ciudad de México
[1] Agustín de Hipona, 2017, Confesiones, Madrid: BAC, X, 23, 33.
[2] Husserl, E., 2002, Renovación del hombre y la cultura, Barcelona: Anthropos/UniversidadAutónoma Metropolitana, pág. 8-9.