Entrevista realizada por: Juan Pablo Martínez Martínez
Mantenemos una breve conversación con el célebre escritor, filósofo y teólogo Pablo D'Ors, fundador de la red de meditares "Amigos del Desierto", acerca de la realidad del silencio y las implicaciones o claroscuros que éste introduce en la existencia humana.
1. ¿Por qué al ser humano de hoy le cuesta acoger la experiencia del silencio y dejar espacio a la escucha de su propia interioridad?
La dificultad para hacer silencio es la misma que la dificultad para mirar la realidad. No nos quedamos en silencio, porque no nos gusta ver lo que hay.
2. ¿En qué sentido el silencio ayuda al hombre a hacer una experiencia radical de su propia libertad?
Si no nos escuchamos, no nos podemos conocer; si no nos conocemos, no nos podemos amar, puesto que nadie ama lo que no conoce; si no nos amamos, no amamos a los demás, pues nadie da lo que no tiene; si no amamos a los demás, no hacemos la experiencia de la libertad.
3. Para experimentar el silencio como un don, ¿es necesario haber amado previamente?
El silencio es un don y una tarea, una tarea porque es un don. La capacidad de recibir y de dar es lo que llamamos amor. El silencio es lo que permite la consciencia de esa receptividad y oblatividad que es el amor. En ese sentido, no hay amor sin contemplación.
4. ¿El silencio como búsqueda de la trascendencia puede llegar a hacerse o ser incompatible con la caridad?
Es todo lo contrario. La sabiduría es la verdadera fuente de la compasión.
5. ¿Cuáles son las notas afectivas de una experiencia de silencio que religue al hombre con la trascendencia?
El silencio siempre apunta al fondo de las cosas, no a las formas; en ese sentido, la experiencia del silencio es trascendente, pues va más allá de las formas. Otra cosa es, si esa experiencia se verbaliza religiosamente o no. Lo trascendente es lo que te afecta incondicionalmente; y los afectos y las emociones están necesariamente implicados en esa experiencia.
6. ¿Cómo el hombre puede mantener o mantenerse en silencio en su corazón, cuando el mundo parece siempre tener la última palabra sobre lo que hace, dice y piensa?
La última palabra sobre las cosas solo la tiene Dios, eso es lo que yo creo. El mundo y los seres humanos sólo tenemos palabras penúltimas. Nosotros podemos hacer silencio porque somos silencio; no en el sentido de ausencia de sonido, sino de ausencia de ego.