26/4/2021
En torno a una tesis doctoral in statu viatoris sobre el enigma de lo real
Marcos Cantos Aparicio
Es sabido que el cientificismo ha sido atacado y refutado en el último siglo tanto por científicos como por filósofos y pensadores.

Mi amigo Juan Pablo Martínez, uno de los editores de este blog, me ha invitado a participar en él con una pequeña contribución o escrito. No me ha pedido ningún tema concreto, quedaba a mi elección (siempre en el marco de la naturaleza humanístico-antropológica que posee el blog). Así que pensé que podía escribir algo sobre aquello en lo que,dentro del campo filosófico, estoy ahora mismo más ocupado, que es la redacción de una tesis doctoral en filosofía sobre el pensador español Xavier Zubiri (1898-1983). En realidad llevo ya muchos años estudiando su pensamiento.También estudio a otros filósofos, por supuesto, pero de modo destacado a él.Estoy convencido de que no es un tiempo perdido: caminando con él —al igual que con otros gigantes de la filosofía— se aprende no sólo filosofía, sino también a pensar filosóficamente. Ya lo recordaba Eugenio Trías: el camino del pensamiento “en filosofía se realiza siempre en compañía”[1].

En concreto, la tesis tiene como tema, o título aproximado, El enigma metafísico de lo real. Crítica y superación zubiriana del cientificismo. La elección de dicho tema responde a varios motivos, pero me referiré sólo a los tres principales.

El primero es el convencimiento personal de que el término enigma constituye una categoría fundamental para la reflexión filosófica, más en los tiempos que corren. Lejos de ser un concepto vago o impreciso, la filosofía puede y debe elevarlo a la dignidad de concepto técnico filosófico.

Entiendo aquí por concepto técnico filosófico aquél que mienta a un aspecto de la realidad dada que, por su singularidad y densidad filosófica, es considerado por la filosofía como digno de ser descrito, analizado y pensado. En nuestro caso estaríamos hablando del enigma de la realidad. No se trata de ninguna dimensión accidental de lo real ni de algo ajeno al hombre, antes bien, como advierte Miguel García-Baro, “la experiencia del enigma es realmente la matriz de toda otra experiencia”[2].

          El segundo motivo —el porqué de un autor como Zubiri— es que en el conjunto del corpus zubiriano se encuentra una reflexión filosófica implícita sobre el enigma de la realidad. De ahí mi opción por él. Digo ‘implícita’ porque, aunque Zubiri emplea en distintos lugares de su corpus dicha categoría —tanto más cuando más maduro iba siendo su pensamiento—, no encontramos sin embargo en él una elaboración temática y sistemática sobre ella. No obstante, está ahí, atravesando escondidamente gran parte de dicho corpus. Mi labor consiste en sacarla a la luz, intentar descubrir su principio u origen, sus rasgos fundamentales, el modo como al hombre se le hace presente dicho enigma, y sobre todo, la naturaleza metafísica o transcendental que para Zubiri posee dicha enigmaticidad. Utilizando un término muy querido por él —el de ‘problema’—, podríamos hablar del problema del enigma de lo real.

          El tercer motivo tiene que ver con el interlocutor elegido, el cientificismo,elección que tiene a su vez una triple razón. La primera es que el cientificismo niega que se pueda hablar del enigma de la realidad, y si lo acepta es sólo a condición de reducirlo a su dimensión natural y temporal: dejará de serlo en cuanto las ciencias positivas lo desvelen. Lo que el cientificismo niega radicalmente es, pues, que tal enigma tenga un carácter metafísico,porque lo metafísico —dirá—sencillamente no existe. “No existe el enigma[3]; tal sentencia, tomada del Tractatus del primer Wittgenstein, podría perfectamente servir de lema al cientificismo. La segunda razón es que no estamos ante un fenómeno residual o marginal, propio de unos cuantos científicos radicales, sino más bien al contrario: el cientificismo impregna, de forma más o menos larvada, una gran parte dela mentalidad de la sociedad occidental contemporánea. La nuestra es, por decirlo de modo más concreto, una sociedad con una comprensión comtiana de la historia:lo metafísico fue un estadio histórico que sirvió un tiempo, e incluso fue necesario para la humanidad pasar por él —como lo fue antes pasar por el estadio religioso—, pero ya quedó inexorable y felizmente atrás. Ha sido superado por el estadio supremo y definitivo: el positivo. Y la tercera y última razón es que el propio Zubiri, a lo largo de su trayectoria intelectual,se mostró tan defensor y estudioso de la ciencia como enemigo e impugnador del cientificismo. Como algunos estudiosos de su obra han sabido destacar, él fue no sólo un “experto conocedor de la historia de las ciencias”[4],sino alguien que además poseía una extraordinaria formación científica[5]. Y en este sentido, la acusación fundamental que Zubiri lanzará contra el cientificismo será precisamente la de haber caído en una “degeneración del método”[6]: impone el método a la cosa real misma aprehendida. Lo real dado sería, en definitiva, lo que el método dictamine de él.

          Es sabido que el cientificismo ha sido atacado y refutado en el último siglo tanto por científicos como por filósofos y pensadores. Con acentos distintos, todos lo consideran una ideología no sólo utópica, sino radicalmente errónea. Entre estos filósofos se encuentra, como ya he señalado, Xavier Zubiri. Su singularidad respecto de otros filósofos consiste en que va a enfrentarse a la barbarie del cientificismo —como lo calificaba Michel Henry[7]—desde un ámbito radical y, desde luego, intensamente provocador para el propio cientificismo, aquél precisamente que éste rechaza: desde lo metafísico mismo (que no desde una metafísica), en concreto, desde lo que lo que la realidad misma—y no el método— nos esté inmediata y directamente diciendo de sí. Es ahí —dirá Zubiri en alguna ocasión— donde se juega la partida. Esta tesis en la que ando inmerso tiene la pretensión —modesta, pero apasionante para mí— de sacar a la luz y analizar, siempre crítica y filosóficamente, los movimientos de dicha partida.


[1] Trías, E. 2014, El hilo de la verdad, Barcelona: Galaxia Gutenberg, pág. 50.

[2] García-Baró, M. 2007, De estética y mística, Salamanca: Sígueme, pág. 48.

[3] En original alemán, “Das Rätsel gibt es nicht”, en Wittgenstein, L. 2003, Tractatus logico-philosophicus, Frankfurtam Main: Suhrkamp, pág. 6.5.

[4] Pintor, A. 1993, Génesis y formación de la filosofía de Zubiri, Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca, pág. 19.

[5] Cf. González de Posada,F. 2004, “La ciencia contemporánea en la obra de Zubiri”, ed. Diego Gracia, Desde Zubiri (Granada), págs. 35-55 (47).

[6] Zubiri, X. 2020, Ciencia y realidad (1945-1946), Madrid:Alianza.

[7] Cf. Henry, M. 1996, La barbarie, Madrid: Caparrós.


Marcos Cantos Aparicio
Filósofo y teólogo
Profesor adjunto a Cátedra en la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Secretario Adjunto de la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Especializado en filosofía de la religión y Teología Fundamental.
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